Una ciudad inclusiva y accesible es aquella donde todos sus habitantes tienen la posibilidad de transitar y desplazarse con total seguridad, y sobre todo, que no hace a un lado la movilidad de personas con algún tipo de discapacidad, como la visual.
Aunque en la última década ha habido un avance notable en términos de adaptación de infraestructura vial y peatonal con el fin de integrar a las personas con discapacidad visual, todavía son muchas las ciudades cuyas calles siguen siendo excluyentes y hostiles para este sector vulnerable de la población.
Riesgos para personas con discapacidad visual
Al no poseer un sentido tan valioso como la vista, las personas con discapacidad visual recurren a sus demás sentidos, como el oído y el tacto, como apoyo para sortear los mayores obstáculos posibles y desplazarse por las ciudades por cuenta propia. También emplean recursos como bastones o perros guía que hacen más fácil su movilidad.
Sin embargo, una infraestructura peatonal y vial que no los toma en cuenta les resta mucha autonomía cuando necesitan desplazarse por las calles y avenidas de una urbe. Además, los deja expuestos a peligros como tropezar con algún obstáculo no detectado, caer en algún hueco profundo sin tapar o señalizar, o ser atropellados por algún vehículo.
Adaptando las calles
Hoy es posible ver banquetas con rampas en sus esquinas, o a nivel de calle, para facilitar el tránsito de personas que necesitan desplazarse con muletas o sillas de ruedas. En el caso de las personas con discapacidad visual se han adaptado pavimentos podotáctiles, con relieves en forma de botones o ranuras que corren a lo largo de la banqueta para servir como guía, tanto del camino a seguir como de la delimitación entre área peatonal y arroyo vehicular.
No menos importante ha sido la instalación de semáforos especiales para personas con discapacidad visual. Mediante estos dispositivos, la persona puede solicitar el paso con solo oprimir un botón. Cuando dicho semáforo cambie a luz verde, emitirá al mismo tiempo un sonido que indicará a la persona invidente que puede cruzar la calle con total seguridad. Y dejará de sonar en cuanto la luz cambie a rojo.
Aunque aún falta mucho por avanzar en la materia, diversas ciudades a lo largo del mundo han tomado conciencia de la importancia de contar con calles inclusivas y accesibles para todos los sectores de la población. Por ello, se han dado a la tarea de realizar estas y otras adecuaciones más en sus vialidades.
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